martes, 2 de noviembre de 2010

 


Nos hemos tomado de la mano porque no hemos podido tomarnos del corazón.
Nos hemos acostumbrado a besarnos porque las palabras que salieron de nuestras bocas no parecían suficientes para la intención.
Nos hemos abrazado para pertenecernos tanto como nos lo posibilitan los cuerpos que nuestro espíritu habitó.
Hemos dudado de una memoria que parece insuficiente para recordar con certeza lo que sucedió.
Hemos cruzado miradas revelando los secretos de la belleza que nos envolvió.
Hemos estado tentados a dejarnos llevar por el arrebato de perdernos olvidándonos de la razón.
Hemos pertenecido al instinto cuando la razón no alcanzó para liberar tanta emoción.
Hemos sido libres al estar unidos sintiendo lo que somos, regalando de nosotros, lo mejor.
Hemos tomado lo que somos para compartirlo convirtiéndonos en esclavos de la sensación.
Hemos insistido en que no hay espacio o tiempo que determine lo que sentimos hoy.
Hemos caído en cuenta de que somos poseedores de lo más valioso que pudo surgir entre nosotros dos.
Hemos nacido siendo libres para luego decidir pertenecer a otro corazón, tan humano, tan perfecto, tan seguro, tan sincero, como el momento en el que nos encontramos, como el amor que nos tenemos tu y yo.